El Mito del Curvón Salotto

Hacía un año que me había bajado del TC Pista. Intentaba conseguir sponsors para regresar a la categoría. Por su parte, Mariano Oyhanart estaba tratando de mantenerse en el TC; en ese camino, se hizo un asado en el taller del Vasco. Fui con Chello al evento. Estábamos en una mesa con unas 8 a 10 personas más, entre ellos, el papá de Atilio Frassinelli.
Resulta que en mayo de 1999, corrí por primera vez en el Gálvez, con el Chueco (foto). En esa época, aún usábamos neumáticos más angostos adelante. El Chueco no entraba bien en la horquilla; barría la trompa, pero hacía el curvón Salotto como si fuera por vías de un tren, a la perfección.
Don Frassinelli se ubicó en la curva uno durante la primera tanda de entrenamientos y desde allí me tomaba los parciales. Mi copiloto era Atilio, su hijo.
Finalizada la tanda y al llegar al box, Don Frassinelli se acercó y me dijo, ¨tenés que hacer el curvón a fondo¨. Creo oportuno aclarar lo que significa esto para quienes no subieron nunca a un auto de carreras. El curvón Salotto comienza al final de una recta de unos 800 metros; es una curva de radio variable que también mide unos 800 a 840 metros. Lo que me pedía Frassinelli es que al entrar al curvón, no quite el pié del acelerador, es decir, que siga con el pedal a fondo. Hay que tener en cuenta, que a esa recta previa al curvón, se ingresa a unos 80 km/h, por lo que la velocidad de entrada al curvón estaría en el orden de los 200 km/h. Previo al curvón (solo en Argentina) había un salto en el asfalto que desacomodaba bastante el auto.
Aclarado esto, me viene el recuerdo de la cara de Atilio cuando su padre nos dijo eso; e insistió, ¨tenés que hacerlo a fondo, vos dale que va a doblar…¨.
Salimos a la clasificación. En la tercera vuelta hice el primer intento; sin levantar, encaré el curvón; la adrenalina a pleno. A mitad del curvón, la cola venía muy suelta; iba contravolanteando para mantener el radio; finalizando el curvón, la trompa no obedecía y terminé muy ancho en la entrada a la recta opuesta; pasamos por encima del ancho piano, cuando la trasera izquierda mordió la tierra; en ese momento, la cola nos pasó y fuimos al pasto marcha atrás, aproximadamente unos 100 metros… Enderecé el auto y seguimos para encarar nuevamente la vuelta.
Volví a entrar a fondo, pero esta vez, fui llevándolo por otro radio para poder salir bien armado a la recta, sin levantar el pié del acelerador y así ocurrió. El ruido del motor no permitió escuchar nada, pero fui gritando todo el curvón de la euforia. La sensación fue realmente increíble.
Al llegar al box, todo era euforia; Atilio estaba sacado! Yo estaba muy satisfecho y Don Frassinelli me felicitaba! Tenía parciales realmente excelentes en el curvón; claro que penaba en la horquilla, pero lo importante era hacer esa diferencia allí.

Volviendo a la cena en lo del Vasco, Chello y yo estábamos callados mientras se contaban anécdotas de carreras y fierros. De pronto, Frassinelli dice señalándome, ¨Este hizo el curvón Salotto a fondo…¨ y se hizo un silencio. Sentí un poco de calor mientras todos me miraban; muchos ni me conocían. Y Frassinelli redobla, ¨aceleró con los dos pies para no levantar…¨
Lo primero que esperé, es que largue una carcajada o se ría un poco; sin embargo, parecía decirlo en serio; Atilio, asintió y reafirmó que así había ocurrido… No supe qué decir; pensé desmentirlo y decir que es imposible acelerar con los dos pies, ya que la columna de dirección impide hacerlo; pero el silencio y la cara de los presentes merecía que no lo desmienta y que deje correr es ¨mito¨; después de todo, la parte más interesante de las carreras es esa, contar anécdotas, agrandarlas y crear mitos para que sean repetidos por otros y así perduren en el tiempo.
Así es el automovilismo, anécdotas, recuerdos, exageraciones, mitos… Lo que sí es cierto, es que con El Chueco, doblé el Salotto a fondo.

Tengo un gran recuerdo de Atilio, quien años después se coronó CAMPEÓN 2002 DEL PROCAR 4000 y hoy anda por otros mundos, seguramente acelerando.

Entrada a la S del Siervo

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