Sinceramente no tengo muchos recuerdos de la clasificación. Me estaba hermanando con el auto ya que había dejado el famoso ¨Chueco¨ y ahora corría el auto que había dejado Mariano Oyhanart del año anterior por la salida del equipo de mi amigo Peroni, quien buscaba nuevos horizontes.

Como siempre ocurriá en Buenos Aires, la participación superaba la cantidad máxima de autos que podía largar; 44 concretamente. A esta altura el campeonato, se armaban dos grupos en función del ranking. Me tocaba el segundo grupo. Puedo decir que trabajé bien y logré ubicarme primero dentro del grupo de 27 autos y ganar unos puestos sobre el primer grupo, quedando en el puesto 20, décima fila de largada.

Luego de colocar la foto de arriba, recordé que esa trompa la perdí en un entrenamiento. Salí y como siempre ocurre, los neumáticos están fríos y eso es como caminar descalso en un piso de cerámicas mojadas. Al llegar al Salotto a velocidad media, la trompa no obedeció e hice un trompo; la trompa pegó en el piano y salió volando a mitad de la recta opuesta. Se notará en otras fotos y vídeos que tengo otra trompa. colocada.

Como anécdota, recuerdo que, finalizada la clasificación, pasó el Vasco y vio la planilla. Tenía una cinta métrica en la mano que utilizaba para alinear el auto. Midió desde el primer puesto hasta mi nombre y luego desde mi nombre hasta el final; claramente estaba más cerca de los primeros que de los últimos; me miró, sonrió y dijo ¨bien Maranga!¨.
Domingo
Luego de un sábado radiante de sol y cielo azul, la mañana se presentó con lluvias y tormentas muy fuertes. Me encontré con dos problemas, uno más grave que el otro. El primero, no tenía neumáticos para lluvia; el segundo y más grave, jamás había piloteado en el agua.
Había muchas dudas sobre si se correría o no; las condiciones eran realmente muy complicadas y de hecho, el sector de la corta recta que lleva a la horquilla y entrada a la recta principal, se encontraba anegada en la salida de la chicana de Ascari.
Sobre la hora de la carrera, llegó la orden a los boxes de salir a pista para dar dos vueltas de reconocimiento.
Debo retroceder 15 días en el tiempo. Habíamos ido a La Plata a probar y también ese día se había presentado lluvioso. Cuando salí a la pista, el Vasco me dijo ¨si te vas afuera, el auto lo vas a lavar vos!¨. Recuerdo haber girado con precaución, pero aún así, los tiempos eran mejores que en otras pruebas anteriores.
Vuelvo al momento de salir a pista. El Vasco tomó el juego de neumáticos de lluvia de Mariano, armados y listos para su auto que correría más tarde en TC; me miró y me dijo ¨me los traes de vuelta¨. Sinceramente era una gran responsabilidad para mí; no tenía presupuesto ni para los neumáticos ni para las llantas y si tuviera algún percance, despiste o toque, podría romperlos y no solo no hubiera podido pagarlos, sino que arruinaría la carrera a Mariano.
En principio me negué; le dije al Vasco que no correría pero no me dio opción. En una muestra de ¨autoridad¨ como dueño del equipo y de confianza, reflejada en su mirada, me dijo ¨cambiate y subí¨.
Francamente no tuve tiempo para pensar, solo comencé el ritual de cambiarme y sentarme en la butaca. Mientras me abrochaba los cinturones, veía al Vasco y a los asistentes trabajando contra reloj, aflojando los topes de la suspensión delantera y tocando la dureza de los amortiguadores.

Estaban cambiando toda la puesta a punto del auto; faltaba cambiar mi puesta a punto y eso debía hacerlo sobre la pista.
Salí de boxes y encaré la recta; estaba diluviando. Encendí el limpia parabrisas y comencé a acelerar en cambios altos, muy de a poco. El auto se sentía firme; encaré la S del Siervo y con pequeños golpes de acelerador, fui probando la adherencia. Hasta allí, me sentía bien; el spray que levantaban los autos era tolerable a la distancia. Encaré el curvón Salotto con tranquilidad; todo marchaba bien e iba tomando confianza. Al encarar la recta opuesta, acelerado suave hasta llegar a plancharlo al fondo; al ver el cartel de 200 mts, solté, lo dejé ir y comencé a peinar el freno; se sentía firme y yo cada vez más tranquilo. Ingresé a la chicana de Ascari y aproveché para acelerar bruscamente buscando el límite de la adherencia; así logré un derrape controlado hacia un lado y en la segunda parte de la chicana, hacia el otro; ya lo tenía… Pero algo no estaba bien; ya con el auto controlado, lo siento flotar; el ¨aquaplaning¨… la salida de la chicana estaba anegada; perdí el control por completo y el auto salió disparado hacia la izquierda directo al guardarrail; la cama de leca que separa la pista del guardarrail no fue suficiente para detener el auto; en la desesperación, hice un ¨punta y taco¨ y coloqué primera y luego marcha atrás; aceleré y solté el embrague; el auto se detuvo a centímetros de impactar el guardarrail pero quedó encajado en la leca.
El diluvio era incesante. Traté de sacar el auto pero no se movía; por el espejo veía como iban despistando varios pilotos y sentí miedo de ser impactado por alguno, algo que por suerte no ocurrió. Algunos pasaron cerca y otros salieron disparados hacia el sector contrario.
Finalizó la tanda de reconocimiento; se me hizo eterno. El auxilio no llegaba nunca. Había autos despistados por toda la pista. Finalmente llegó una camioneta; engancharon el auto desde atrás y me sacaron de allí. Luego me engancharon de adelante y me llevaron hasta la grilla. Allí aparecieron los mecánicos, el Vasco y Mariano. La lluvia no paraba. Le pedí al Vasco que saque la trompa y quite la leca que había quedado en la zona de la caja de dirección; sentía que no podía girar bien el volante; efectivamente, estaba todo lleno de leca. Mariano se me acercó y me dijo ¨salí a pescar¨; léase, da la vuelta y volvé entero sin hacerme el piloto.
Llegó el momento de largar. Me encontraba en la fila 10 de 22. El Pace Car arrancó y ahí fuimos encolumnados detrás. Al volver a pasar por la Chicana de Ascari, utilicé otro radio pero ya no había tanta agua, aunque no dejaba de llover. Fueron dos vueltas detrás del Pace Car; las transité sin mayores problemas pero con muy poca visibilidad. Al llegar al punto de largada, comenzó el caos. El spray que levantaban los autos que me precedían, me dejaron sin visión alguna, literalmente. Al llegar a la zona de la S del Siervo, me pasó un auto por la izquierda y por el pasto; ahí me di cuenta que podía ver por el agujero que tiene la ventanilla lateral; cuando vi el piano, supe que estaba entrando a la S y milagrosamente la pude hacer sin tocarme con nadie; noté varios despistes y vi autos por el barro haciendo trompos.

Me encolumné detrás del auto que me había pasado e iba saliendo de la estela de agua corriéndome hacia los costados; llegamos al Salotto; levanté y lo fui llevando; aquí veía un poco más; llegué a la recta opuesta y me pude acomodar bien; al finalizar la vuelta, nos esperaba la bandera de Pace Car.
Sinceramente un gran alivio. Dimos dos vueltas detrás del Pace Car; llegó la re largada; mantuve la posición; giramos unas tres vueltas a velocidad lanzada; traté de ir siempre un cambio arriba; lo que hacía en 2da. lo hacía en 3ra. y así; siempre dosificando el acelerador. Nuevamente salió el Pace Car; la cantidad de despistes hizo que deba congelarse nuevamente la carrera. Perdí la cuenta de las vueltas que dimos a baja velocidad; eso haría que la carrera se acortara en cantidad de vueltas. En ese momento era como si estuviera paseando en auto por la lluvia; no pasaba nada y claramente perdí concentración. Al llegar a la recta, luz verde nuevamente; planché el acelerador a fondo, claramente desconcentrado; el auto hizo medio trompo, quedando apuntado hacia el muro de boxes; solté, contra volante y lo pude enderezar; gracias a Dios nadie me impactó; retomé la marcha y nuevamente estaba en carrera. Al salir del Salotto lo hice muy cerca del auto que me precedía; le puse el auto por la derecha e intenté el sobre paso; aquí el ver vídeo.
Llegamos a la par a la Chicana de Ascari y preferí guardarme porque sabía que lo tenía; saliendo de la chicana, salí mejor armado y lo pude superar. Nos indicaron última vuelta. Nuevamente a la salida de Ascari superé otro auto; al llegar a la horquilla para finalizar la carrera; por el espejo derecho vi que se metía ese auto para recuperar el puesto; en esas condiciones preferí abrirme y dejarlo pasar para evitar terminar los dos con los autos rotos y yo sin poder devolver las llantas a Mariano.
La televisión me clasificó 10°; pero no tuvieron en cuenta esta última maniobra por lo que en realidad finalicé 11°.
Fue una experiencia realmente fuerte. El Vasco me recibió con una gran sonrisa y un muy fuerte abrazo! Luego le dije, ¨ahora, lavalo vos¨.