Volvíamos a casa pasada la media noche. Ya era 24 de junio y Ro me dijo, ¨Feliz día¨. Me gustó, me hizo bien. Un segundo después, mil recuerdos juntos. A veces cuesta creer que estuve allí, pero estuve.
Hace poco pude hablar un poco del tema y sí, cada vez que se da la oportunidad, me despacho con anécdotas y me gusta, me hace bien.
Esta vez no sentí ese deseo violento por volver; esta vez solo fueron los buenos recuerdos. Pero ahora que lo escribo, sí, necesito volver a subirme para poder despedirme, pero no viene al caso, no era esto lo que quería escribir.
Es curioso, hace poco lo conté, estos temas no se hablan en familia; no tengo idea de por qué; calculo que a algunos les daba miedo que corriera, pero no sé, nunca hay preguntas, es como algo que no pasó.
Por otro lado, qué podrían preguntar?, no lo sé…
Tal vez esto es tan personal y tan ¨para uno¨ que desde su origen resulta así. Quien no lo hizo no puede saber lo que significa; claro, como todas las cosas…
El primer recuerdo que se disparó, fue la largada en Rafaela. Cuidé mucho en la clasificación; sabía que el auto iba muy bien y guardaba todo para la carrera sabiendo que habría muchos despistes y podría escalar. Largué 22 y decidí ir contra el paredón para entrar por afuera en la primer chicana. La decisión no fue planeada de antemano, sino que al largar con la pista sucia, el parabrisas quedó tapado de barro y me abrí hacia el paredón. Me di cuenta que la fila iba más lento y decidí seguir por allí hasta la chicana. La adrenalina al llegar al frenaje fue la máxima que experimenté. Cuando metí la trompa hacia la cuerda externa esperaba el golpe en la parte trasera… pero salió impecable y pude entrar. Estaba en el puesto 15.
Allí se cortó el recuerdo; mi mente ya sabe que es mejor recordar lo muy bueno.
Fueron dos giros inolvidables, el día esta de cielo azul y pleno sol. El autódromo desbordaba de gente.
Me gustó recordar.

El orgullo de ser Piloto