Armate de paciencia

Estábamos llegando al super, esos donde la caja es un quilombo y el trato con el cajero/a nulo.
Le dije a Roxana, ¨armate de paciencia…¨ e inmediatamente mi cerebro disparó el recuerdo. De dónde salió la frase? Del diccionario tan particular del Vasco Oyhanart.
Sábado 4 de septiembre de 1999, Autódromo Oscar Alfredo Gálvez de Buenos Aires (ahora se llama hermanos Gálvez, ya sé).
Como decía el Vasco, me estaba ¨hermanando¨ con el auto. Había dejado el querido ¨Chueco¨ por el auto que había manejado Mariano el año anterior. Todo era distinto, bastante más fácil, salvo el curvón Salotto, allí ¨el Chueco¨ se lucía. En otro momento escribiré sobre ¨el mito del curvón Salotto¨.
Quedaba un solo intento para clasificar; en la tanda de clasificación anterior se había roto el escape y no había conseguido un buen registro.
Estaba en la calle de boxes, primero en la fila para que nadie me complique la vuelta. Detrás unos 26 a 28 autos para completar mi tanda, Otros tantos saldrían luego y solo 44 en total entrarían en la clasificación . Quedaban 5 minutos para terminar la tanda ya que se había detenido por bandera roja y apenas había girado dos vueltas.para largar la final.
Curiosamente, en la primera tanda libre del viernes me encontraba primero en la clasificación. Recuerdo que Zulma vino muy contenta al box a decírmelo, aunque yo sabía que faltaba la otra tanda y que quedaría entre los veinte primeros. El presupuesto no daba para chasista ni dos juegos de neumáticos; de todos modos, estaba contento. El problema era que en la tanda del sábado se habían bajado los tiempos y con el registro de la primera clasificación quedaría afuera de la carrera. Así es el automovilismo… de euforias a amarguras en pocos minutos o para decirlo de otra manera, un segundo de diferencia es no largar.
Vuelvo al momento de la grilla, esperaba la apertura de la pista. Ese momento es de un gran silencio. Todos los motores detenidos a la espera de la habilitación de la pista. Normalmente me daba sueño… me relajaba tanto que me quedaba casi dormido, sobre todo un día como aquel en el que había mucho sol y calorcito lindo.
De pronto el silbato que habilita encender los motores y eso hago. El motor arranca pero falla… muchas veces basta con acelerar para que se limpie, pero esto no ocurre, fallaba y mal. Todos los autos van ingresando a la pista y quedo allí, con la puerta abierta para que no me revoleen al carajo. De pronto aparece el Vasco, siempre con las herramientas necesarias en mano. Retira la toma dinámica y la trompa. Saca una bujía, me mira y grita: ¨armate de paciencia…¨. Él sabía perfectamente que no había tiempo y que podía quedar fuera. También sabía de mi carácter y que la ¨tanada¨ solía ponerme medio chiflado.
Para mí pasaron 2 horas, pero solo fueron tres minutos para que saque las seis bujías, las limpie y las vuelva a colocar.
¨Arrancá y salí, no lo aceleres en vacío, salí!¨.gritó el Vasco. Debía dar la vuelta en no más de dos minutos para que no me bajen la bandera y tener tiempo luego de hacer una vuelta ¨redonda¨.
Salí, di la vuelta y al llegar al frenaje de la horquilla lo hice muy lento para no cometer ningún error.
La vuelta salió casi perfecta y me permitió clasificar en el puesto 19. Cuando llegué a boxes había euforia; es que en el lugar que ellos tomaban el tiempo, a mitad de la recta principal, mi tiempo daba para estar mucho más adelante, pero claro, el control está al ingreso de la recta.
Ahora que termino de escribir (muchos recuerdo se refrescaron mientras lo hacía) me doy cuenta de lo emocionante que fue todo aquello.
De paso cuento que el domingo amaneció diluviando mal… eso será parte de otro recuerdo que escribiré otro día, solo digo que terminé décimo y fue mi primer experiencia con lluvia.

Armate de paciencia

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