Capítulo 9. De regreso.
El día amaneció mayormente nublado y frío. Vale recordar que aunque estábamos en enero, nos encontrábamos a casi 3.800 metros sobre el nivel del mar. San Antonio de Los Cobres no es un pueblo pintoresco y tampoco ofrece mucho para ver, salvo la estación del Tren a las Nubes.
Luego de desayunar y cargar el equipaje en la noble Yamaha XTZ250, que vale destacar, hasta el momento no nos había dado ningún problema, nos dirigimos hacia la estación para hacer algunas fotos.



Terminada la sesión fotográfica, emprendimos el regreso hacia la ciudad de Salta. Si bien nos quedaban unos tres días más, nos encontrábamos desanimados; no por el viaje ni por las circunstancias adversas que veníamos soportando; noticias dolorosas nos llegaron desde Buenos Aires y ya no había ánimo de continuar.
Luego de cargar combustible, tomamos la RN51 cerca de las once y media de la mañana rumbo al este. En aquel tiempo aún era de ripio y por lo general, con mucho material suelto por el constante paso de camiones de gran porte que unen Salta con Chile por el paso de Sico.
A penas dejamos atrás San Antonio de los Cobres, una curva en subida nos deja en una larga recta en bajada. Se notaba que había caído mucha agua durante la noche y los días previos. El camino no estaba pisado aún. El material suelto formaba una capa de barro arenoso; por tramos patinozo, por tramos más firme. El panorama no era alentador; la vista hacia delante mostraba el camino mojado y rojizo que se hacía interminable; muy raro verlo así cuando en otros viajes era de un tono claro y predominaba el polvo en el aire. El viento era de moderado a fuerte; no podría determinar en qué sentido venía; era cambiante a medida que avanzábamos. Lo hacía a marcha lenta y tratando de no patinar. Por momentos cambiaba al centro de la ruta; en otros momentos iba por los bordes y así, buscando el terreno más firme que pudiera encontrar. Sabía que íbamos a tardar un largo rato en hacer ese tramo hasta llegar a la zona asfaltada; si mal no recuerdo, unos veinte kilómetros.
De pronto, las nubes comenzaron a dispersarse y empezamos a ver el cielo azul por partes. Eso levantó el ánimo. Hubo algunas patinadas importantes, pero no tuvimos ninguna caída.
Llegamos al asfalto poco antes de las trece horas, todo lo complicado parecía haber quedado atrás. Paramos para hacer unas fotos en un parador en ruinas a la altura de la Estación Muñano del Tren a Las Nubes. Mientras mi mujer hacía lo suyo, caminaba para relajar un poco el cuerpo luego de tanta tensión.

Montamos la moto y continuamos viaje. Estábamos en una zona de largas rectas y curvones amplios. Pronto llegamos a la zona sinuosa y aquí una nueva señal de alerta; claramente había pasado una importante tormenta y en medio de las curvas que pasan entre los pequeños cerros cortados, se encontraban rocas de todo tamaño sobre la cinta asfáltica. El viento se había acelerado y nuevamente debíamos circular a baja velocidad para poder esquivar los obstáculos; también rogaba que no nos caiga ninguna roca, ya que vimos desprendimientos delante nuestro en dos oportunidades.
A unos veinticinco kilómetros, llegamos al paraje Alfarcito, donde toda esta aventura de andar en moto, había comenzado. Nos detuvimos para ver la capilla; sabíamos que había sido remodelada; en el centro, la tumba de El Padre Chifri. También se agrandó hacia unos de los laterales donde se agregó una cruz de vidrio similar a la de la Capilla de El Rosal.


Continuamos viaje; a medida que nos acercábamos a Salta, la temperatura iba elevándose pero el sol iba quedando atrás y las nubes iban cerrando nuevamente el cielo.
Ya le había avisado a Carlos que devolveríamos la moto antes de lo pactado. Llegamos a Moto Alquiler Salta a la hora que habíamos previsto. A pocos minutos llegó Carlos. Devolvimos la moto y nos llevó a un estacionamiento cercano donde estaba nuestro auto ya reparado.
Carlos quiso devolvernos del dinero por la diferencia de los días que no habíamos utilizado, pero preferimos dejárselo; nos había hecho un enorme favor al llevar nuestro auto a un taller para reparar el aire acondicionado. Prometió hacernos un descuento en el próximo viaje; prometimos volver.
Hicimos noche en Salta y a la mañana siguiente, emprendimos el regreso a casa.
La moto no parecía ser una opción para hacer estos viajes, más que nada por la incomodidad para mi mujer por el asiento. Quedaba pendiente el recorrido por la Puna, tanto Tolar Grande como la zona norte, en especial Cusí Cusí y su Valle de la Luna y el paraje Santa Catalina, bien al norte a metros del límite con Bolivia.
Fin de temporada.