Capítulo 5, Ya que estamos, sigamos
A la mañana siguiente debíamos devolver la moto. El día se presentó con un increíble cielo azul sin una sola nube, frio y seco. Los dolores en mi cuerpo ya no eran tan intensos. Le pregunté a mi mujer cómo se sentía y dijo sentirse bien. Llamé a Carlos y le pregunté si me podía quedar con la moto hasta el día siguiente; no tuvo problemas; llamé a La Casa de Campo Finca La Paya, cercana a la ciudad de Cachi, distante a unos 170 kilómetros de Salta para averiguar si tenían lugar; ya habíamos estado en dos oportunidades allí, un verdadero paraíso en medio de los cerros. Confirmado el lugar, montamos nuevamente la moto y partimos. La idea era visitar los alrededores de Cachi donde se encuentran los campos de secado de pimientos, un espectáculo para la vista que solo puede observarse a fines de abril y principio de mayo.
Para llegar a Cachi desde Salta, se debe atravesar la pintoresca Cuesta del Obispo, tomando la RP33 en la localidad de El Carril. Los primeros cuarenta kilómetros de la RP33 son de asfalto; los cerros allí son de una exuberante vegetación, la que se va perdiendo a medida de avanzar hacia el oeste, transición entre el ambiente de yungas a la aridez. Al pie de la Cuesta del Obispo, comienza el camino de ripio; el camino tiene curvas de 180° típicas de las cuestas. La altura máxima alcanzada es de unos 3.400 metros sobre el nivel del mar en el lugar llamado Piedra del Molino y Capilla San Francisco. A medida que íbamos subiendo, el tiempo se puso muy húmedo y la espesa nubosidad tapó completamente el cielo. La visibilidad fue disminuyendo a medida que ascendíamos, llegando a ver solo unos 10 metros delante de nosotros. Era nuestra primera experiencia en hacer ese camino en moto, pero ya lo habíamos transitado varias veces en auto en otras oportunidades por lo que sabía qué nos esperaba por delante. Sentimos mucho frío y la humedad calaba los huesos. Al llegar a la cumbre, la nubosidad quedó debajo nuestro; el cielo de un azul único junto con el radiante sol resultaron el premio al difícil trayecto que dejábamos detrás.
Luego de pasar la Piedra del Molino y ya en asfalto, el camino se transforma en interminables rectas. Por primera vez desde el día anterior íbamos a transitar una recta larga, por lo que proveché para acelerar la moto y llevarla a 100 kilómetros por hora y algo más. La temperatura del aire a esa altura era realmente helada. A pocos minutos, mi mujer comenzó a golpear insistentemente mi hombro. Detuve la marcha al costado de la ruta. mi mujer se encontraba tiritando. Bajó de la moto y comenzó a caminar por la banquina a paso redoblado y con el casco colocado. Calculo que caminó unos 100 metros y luego regresó. Tenía el visor del casco empañado y casi congelado. Detrás se veía la nube que acabábamos de pasar. El paisaje, aunque ya conocido, se veía muy diferente; es que viajando en automóviles no se ve del mismo modo que desde una moto.
Reanudamos la marcha, pero ahora a menor velocidad. A poco más de diez kilómetros comienza el descenso hacia los Valles Calchaquíes; el camino se torna sinuoso; el camino va entre los cerros y en bajada; el calor del sol y el aire un poco más cálido, transforman la experiencia en algo indescriptiblemente bello. De pronto una recta y una curva de casi 90 grados, de amplio radio, nos colocó en la mítica Recta del Tin Tin dentro del Parque Nacional Los Cardones; son unos doce kilómetros con un parador de descanso en medio. Allí paramos a tomar algunas fotos y disfrutar del sol y la agradable temperatura ya pasado el medio día.

Continuamos viaje; al finalizar la recta del Tin Tin, comienza un nuevo descenso también sinuoso y a pocos kilómetros ya se observa el Valle Calchaquí y de fondo el impresionante Nevado de Cachi, parte de la Cordillera de los Andes, conformado por nueve cumbres, siendo la más alta la Cumbre del Libertador General San Martín con 6.380 metros de altura, la más alta de la región norte de los Andes. Y nosotros en moto.

Ya entrando al valle nos encontramos en el cruce con la mítica Ruta Nacional Cuarenta, (RN40) con la RP33 en el pueblo de Payogasta. La RN40 es la más larga de la República Argentina con sus 5.194 kilómetros, uniendo Cabo Vírgenes en la Provincia de Santa Cruz bien al sur del país, con la ciudad de La Quiaca en el límite norte con la República de Bolivia, siempre al pié de la Cordillera de los Andes.
Entrar a Payogasta por la RN40 es poner en juego muchas emociones. En los primeros cien metros, la ruta se transforma en una pequeña calle angosta surcada por casas bajas blancas; al frente la vista del Nevado y a sus pies, el Valle Calchaquí. Solo cien metros y una curva a noventa grados para apuntar hacia el sur. Una capilla, la plaza, la municipalidad, un comedor, un caserío, un almacén, un pequeño restaurante para viajeros, el caserío y no mucho más. Allí almorzamos unas típicas empanadas salteñas con una gaseosa.
Continuamos camino hacia Cachi. El camino es sinuoso; al oeste se observa el valle y el río Calchaquí que apenas se deja ver. Ya conocíamos este lugar pero todo se ve diferente desde una moto. La temperatura ya se torna calurosa aunque estamos entrando al último mes del otoño.

