Viajeros, Temporada 1, Capítulo 3

Capítulo 3, Lo inesperado

Desde Buenos Aires nos comunicábamos frecuentemente con Chifri vía email; en una oportunidad, a mediados de 2011, nos contó que había sufrido un nuevo accidente; caminado con los bastones, tropezó con una roca y al caer, se fracturó una pierna en muchas partes debido a lo débil de su médula ósea. Se encontraba en ese momento internado en un hospital de la ciudad de Rosario de Lerma, cabecera del departamento. En noviembre de ese año, sufrió un infarto y falleció. Tenía sólo 46 años. Sabemos que estaba sufriendo muchísimo por no poder volver a Alfarcito  tras su accidente, pero una de las cosas que más lo tenían angustiado era que una de sus primeras alumnas egresadas de la secundaria, no recibía el apoyo de su familia para ir a la universidad. Su muerte movilizó a toda la provincia; sus restos descansan bajo el suelo de la capilla de Alfarcito.

Para recuperarnos de la triste noticia, lo primero que pensamos hacer con mi mujer fue ir a conocer El Rosal y la capilla que tanto amaba Chifri. Fue así que en nuestras vacaciones de enero 2012, fuimos nuevamente a Salta con nuestro vehículo, un Alfa Romeo 156, no apto para los caminos de montaña que debíamos recorrer. El último día decidimos alquilar en Salta una Ford EcoEsport para tratar de llegar a El Rosal. El verano es el peor momento para hacer esos caminos, ya que en la Cordillera de los Andes es la época de lluvias. Salimos de la RN51 para tomar el camino que conduce a El Rosal; son unos cuarenta kilómetros durísimos. Luego de hacer los primeros diez kilómetros, el camino estaba cortado por las lluvias recientes. En ese punto se encontraban lugareños realizando trueques; así como lo relato. Con mucha precaución, logré pasar por una hondonada pensando que sólo se trataba de ese obstáculo; continuamos unos tres kilómetros más; cruzamos las vías del Tren a las Nubes y luego un caudaloso y ancho río. A pocos metros, el camino estaba cortado por un derrumbe; volvimos atrás e intenté desplazarme por el costado del río pero pronto llegamos a un punto por el que resultaba imposible pasar. Bajé de la camioneta para revisar el lugar, pero con gran resignación me dispuse a regresar a la camioneta. En ese momento, vi salir entre la vegetación y las rocas a un lugareño que venía empujando su moto; una moto china tipo enduro de baja cilindrada; calculo que era de no más de 125 cc. Sorprendido, le pregunté de dónde venía; dijo que venía de San Bernardo de las Zorras, un paraje cercano a El Rosal y que luego de pasar este corte, el resto del camino se encontraba en buenas condiciones. Volví a la camioneta y le dije a mi mujer; la próxima vez alquilamos una moto. Nuestras vacaciones finalizaban al día siguiente por lo que dejamos la aventura para más adelante.

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